martes, 28 de diciembre de 2010

Mirame...

Fue el silencio. Si tienes ojos mírame, pero mírame bien. Verás todo lo que siento y entonces tendrás frío, mucho frío... tanto frío que llorarás sintiendo por fin el dolor sin que puedas ni un segundo apartar tus ojos de los míos. Y entonces es cuando lo habrás entendido absolutamente todo y te irás, sin aspavientos, y aunque quizás te lleves la mitad de los latidos que un corazón ofrece a un ser vivo, respiraré, un aire más fresco, más suave, vacío, sí, pero algo más puro. Sin humo. Sin vicio. Sin ti.

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